Una UE abierta y orientada al exterior puede convertirse en el destino elegido por talentos e inversiones de todo el mundo. Más de la mitad de las empresas europeas forman ya parte de cadenas de valor mundiales, y casi un 16 % de nuestros productos de primera categoría se exportan a países de todo el mundo. Más que cerrar las puertas a los rivales extranjeros, lo que tenemos que hacer es ayudar a nuestras empresas a ganarles la partida por sus propios méritos, con nuestros puntos fuertes: talento, mano de obra con un buen nivel educativo, tradición innovadora y, por supuesto, nuestro mercado de 500 millones de personas.
Para ello es preciso un nuevo esfuerzo de modernización: cambio tecnológico, integración de productos y servicios, y mayor eficiencia energética. Cuando hablamos de industria, hablamos de personas: obreros, oficinistas, personal de las plantas de producción, de los departamentos de ingeniería, de las oficinas de ventas. Tenemos que invertir en ellos para que tengan las capacidades adecuadas. Y, cuando el cierre de una fábrica es inevitable, no basta con pagar formaciones. Esas personas necesitan un nuevo puesto de trabajo, y muchas no quieren irse a vivir a otro sitio.
Los viejos emplazamientos industriales pueden transformarse, y no solo para construir apartamentos, sino también para crear nuevos puestos de trabajo. Las regiones pueden aprender unas de otras. Duisburgo, en Alemania, es un buen ejemplo: donde estaban las antiguas acereras se sitúan hoy centros de manufacturación y de logística.
La inversión de la UE está ahí para respaldar la transformación en una industria moderna, limpia y próspera. La UE seguirá financiando iniciativas innovadoras, ya se trate de impresión en 3D, de bioplásticos o de nuevos sistemas para reducir el uso de agua… Acabamos por ejemplo de financiar una planta de ecoconstrucción en Almería y una nueva fábrica de papel ecoeficiente en Zaragoza, que crearán más de mil empleos. Las oportunidades están ahí. Para ello seguiremos necesitando inversión, tanto de dentro como de fuera. La apertura ayuda; el proteccionismo, no.
Jyrki Katainen
es vicepresidente de la Comisión Europea.
Publicado por EL PAIS 26/2/2017
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Miguel MG
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